El fin de la Tierra Media

Dedicado a mi amigo Emiliano -Fëadîn el elfo austral-

Monday, December 11, 2006

El fin de la Tierra Media: Capítulo 4: "Mornie utúlië"




El barco surcó las apacibles corrientes del Río Grande, Aldariel se encontraba en la proa mirando hacia adelante, hacia el este. La capa plateada ondeaba detrás de ella cual río de lágrimas derramadas por la luna. Thirwain se paró junto a ella y miró hacia la misma dirección. Todavía no podía creer que se había dejado influenciar para llevarla a una muerte sin remedio, pero la verdad es que no pudo decirle que no. Además sabía que si no la llevaba él, sería mucho más peligroso para ella y decidió arriesgarse. Ya la habían perdido una vez y no podía permitir que eso volviera a suceder.
-Tu mirada refleja una tristeza sin límite, supongo que tal tristeza te llevó a ir hacia el este en busca de Morgoth.
-Enfrentar a Morgoth no se compara siquiera con el dolor que siento. Es inútil que intente sonreír, ya no puedo hacerlo. Mi destino es morir en sus manos, pero antes de eso, él va a desaparecer de este mundo. Luego podré morir en paz.
-No vas a morir si estoy allí para impedirlo.
Crosswind estaba al lado de Aldariel y no se movía de su lado, entendía en el peligro que se encontraba, sin embargo no parecía importarle. Thirwain se dirigió hacia el timón y allí se quedó velando que el transcurso del viaje siguiera sin inconvenientes. Pero tal cosa no fue posible. Morgoth envió a una criatura para que se encargue de detener el paso del viejo barco. El dragón blanco de Angmar se acercaba desde el este. A lo lejos lo vio Aldariel y pidió a Thirwain que haga lo posible para llegar rápido a la otra orilla. Esto no era para nada sencillo, casi no había viento desde el oeste.
Aldariel tenía un asunto pendiente con ese dragón, él había matado a su maestro y no iba a dejar que volviera a escapar esta vez. Un milagroso viento se levantó desde el oeste, ni Thirwain ni Aldariel entendían como pudieron llegar a la orilla antes de que el dragón los alcanzara. Desembarcaron y el dragón los estaba esperando. No había podido quemar el barco en el medio del río debido a los fuertes vientos que se habían desplegado desde el oeste casi instantáneamente.
Thirwain llamó a Aldariel y le arrojó un escudo, era de color dorado y tenía la insignia de la Marca. Era muy liviano, pero parecía a su vez muy resistente.
-Deberás cubrirte de las llamas, este amigo arroja fuego de su boca.
-Lo sé, ya lo vi pelear en otra ocasión, mi maestro le dejó esa cicatriz que tiene en su ojo derecho. Y ahora yo voy a vengarlo.
Aldariel subió a Crosswind rápidamente y se arrojó directamente hacia el enorme dragón. Thirwain temió por su vida, le pareció estúpido lo que Aldariel estaba intentando. La criatura no dudó en arrojar sobre ella una enorme ráfaga de fuego hirviente, el escudo de la Marca la protegió, el fuego no pudo tocarla. Thirwain la seguía de cerca. El dragón observó que Aldariel no estaba sola, miró hacia Thirwain y le dio la bienvenida a él también con otra ráfaga, más grande que la anterior. Thirwain se cubrió con su propio escudo pero no pudo moverse. Aldariel se encontraba debajo de las fauces de la enorme bestia y apenas esta terminó de arrojar su fuego contra Thirwain le dio una feroz estocada al cuello con Anduril.
Un enorme reguero de sangre cubrió las rocas de la orilla. Debajo de su cuello el dragón no tenía escamas que lo protegieran, aún así el dragón seguía con vida. Su enorme pata delantera se dirigió hacia Aldariel tratando de clavarle sus garras. Crosswind lo esquivó pero no pudo evitar recibir una grave herida sobre su pata trasera.
El dragón cayó al suelo haciendo un terrible sonido que se escuchó sobre las cadenas montañosas que rodeaban Mordor, la furia de Morgoth estaba incrementándose, habían matado a su preciado dragón blanco. Aldariel cayó a unos metros de Crosswind, había sido arrojada de la montura por el fuerte impulso que éste había tomado para esquivar al gigante. Al mirar hacia atrás vio a su fiel amigo cubierto en su propia sangre.
-Amigo, por esto no quería que vinieras conmigo- le dijo Aldariel con sus ojos cubiertos en lágrimas. Crosswind estaba sufriendo mucho por la herida causada, ya no podía levantarse y miraba a Aldariel con ojos confusos.
-No puedes dejarlo así...- le dijo Thirwain.
Las lágrimas de Lúthien cayeron sobre su blanco pelaje y Anduril manchada aún con la sangre del dragón refulgió con la última estrella.
-Crosswind te agradezco todo lo que hiciste por mí, me salvaste la vida muchas veces, más de las que yo pude haberte salvado a ti. Jamás confiaré en alguien como confié en ti y nunca podré olvidarte. Perdoname amigo- y con un golpe certero de su espada mató al que había sido su mejor amigo por mucho tiempo, sin sufrimiento. El golpe fue más doloroso para ella que para el corcel. Lloró mucho tiempo junto a él antes de retomar la marcha hacia Mordor.

La calidez de la mañana recibió a Eldarion en Pelargir, había llegado tarde, a lo lejos alcanzó a distinguir un barco anclado en la otra orilla. Ahora tendría que encontrar a alguien que estuviera dispuesto a llevarlo hacia la misma muerte, lo que no iba a ser para nada sencillo.
Detrás de él escuchó un ruido de cascos que se acercaban rápidamente. Volteó con su espada en mano, pero no era un enemigo quien se aproximaba.
-Fëadîn, ¿qué haces aquí?
-No podía dejar que vinieras solo. Hacia donde te diriges se encuentra el culpable de la muerte de mi hermano.
-Sabes que es muy posible que no volvamos con vida ¿y aún así vas a arriesgarte?
-He decidido y no voy a cambiar de parecer. Ya me he despedido de la única persona que me importa en este mundo, y es muy probable que ella tampoco sobreviva a la batalla que se avecina en Gondor. Quizás volvamos a encontrarnos cuando todo esto termine. Aquí o en los salones de Mandos, si es que estos existen.
-Me alegra saber que no tengo que partir hacia ese lugar solo, aunque hubiera preferido que te encontraras a salvo en vez de estar aquí.
-En ningún lado se puede estar a salvo.
-Tenemos que encontrar a alguien que nos lleve a la otra orilla, no podemos perder más tiempo. Debemos irnos. No es bueno quedarnos mucho tiempo en el mismo lugar.

Un nuevo día se alzaba en la mañana de Gondor. Todos se sentían otra vez deprimidos en la ciudad de los lamentos. Arwen dejó de sonreír nuevamente pero se notaba que en su mirada solo había decisión. Esperaba con ansias volver a encontrarse con Aragorn que volvía desde el Norte, ahora todas las esperanzas estaban puestas en Gondor y ella no podía fallarles. Allí estuvo cuando el pequeño ejército que había sobrevivido en Arnor llegó a Minas Tirith.
Aragorn en seguida se dirigió con ella hacia su recámara para hablar de sus hijos. Arwen le informó que Eldarion había ido tras Lúthien y que no había intentado tratar de detenerlo. Aragorn le habló con la verdad y le dijo que él había sido el culpable del sufrimiento de ambos. Arwen lo consoló y le dijo que no debía culparse por algo que no tenía remedio, lo que había pasado tenía que pasar y él no era dueño de esas circunstancias del destino. Aragorn no estaba feliz pero se sentía tranquilo de que Eldarion estuviera en camino para auxiliar a Aldariel.
Un concilio se armó rápidamente para hablar el tema de la próxima batalla que Morgoth no tardaría en desatar frente a las mismas puertas del castillo. Osgiliath había sido tomada y era de esperarse un nuevo ataque de un momento a otro.
En el concilio estuvieron presentes, Arwen, Luiniel, Faragond, Galinor, Faramir, Eowyn, Eómer de la Marca, Legolas, Gimli, Sam, Merry y Pippin; cuando el concilio estaba a punto de comenzar Fëagûl hizo su aparición. La primera sorprendida fue Arwen, pero Aragorn apoyó su mano sobre la de ella y le dijo en voz baja:
-Tranquila, él no es lo que tú crees, es un amigo.
Fëagûl tomó asiento a la izquierda del rey, todos estaban alrededor de una gran mesa redonda, en el salón principal del castillo.
-El dragón blanco de Morgoth ha sido destruido- informó Fëagûl al concilio. Todos quedaron sin habla, y se preguntaban quién había acabado con esa criatura a la que solo Fhilamir había podido herir, aunque se aliviaron también por lo que estaban escuchando- Aldariel fue la que lo destruyó- continuó Fëagûl. Muchos no creyeron lo que estaban escuchando, pero aún así se alegraron por la noticia- ella está ahora con Thirwain, y van camino a la Puerta Negra. No se detendrán hasta haber entrado en Mordor.
El rostro de la dama Arwen se ensombreció, las lágrimas la abandonaron una vez más, ahora solo quería saber si Eldarion había logrado dar con ella.
-Todos los que han sido llamados para el concilio han llegado al fin, daremos inicio al mismo- dijo Aragorn y comenzó a hablar- Morgoth no es Sauron, y tiene un ejército mucho mayor. Hemos dejado que actuara sin impedimentos por mucho tiempo, sus fuerzas son demasiado grandes para nosotros. Aun así, no podemos dejar que concluya sus planes. No dejaremos que se quede con el mundo que nos pertenece.
-Ya es demasiado lo que ha destruido, la Comarca, el Bosque Negro, Osgiliath y todos los territorios del norte han sido derrotados y tomados por sus aliados. Muchas personas dejaron sus vidas para intentar detenerlo, ahora es nuestra misión, los que aún estamos aquí- habló esta vez Faragond.
-Es fácil decirlo, pero no es sencillo enfrentarse a la misma Sombra- dijo Legolas- y estamos demasiado cansados, tanto nuestros espíritus como nuestros cuerpos.
-Legolas tiene razón, mi rey- dijo Luiniel- sin embargo, no podemos rendirnos.
-Nosotros no nos rendiremos- dijo Gimli- y estoy hablando por toda la raza de Durin. Hemos decido combatir junto a elfos y hombres con el objetivo de eliminar al Amo Oscuro.
-Apreciamos la ayuda de tu pueblo Gimli, tanto como la ayuda de Luiniel y su gente y los caballeros de la Marca y de las tierras del Sur. Será una larga batalla pero si todos nos unimos no podrán con nosotros- les dijo Aragorn con seguridad. -El último baluarte de los libres no será derrotado- agregó Faramir- ya nos han quitado demasiado de lo que era nuestro, ahora solo el sur nos pertenece, no podemos dejar que nos quite la última esperanza que tenemos. Aldariel y Eldarion ya están combatiendo y han decidido ir solos a la muerte, no dejemos que todo su esfuerzo sea en vano, derrotemos a todo aquel que nos quiera quitar nuestra libertad, aunque entre ellos esté el mismo Morgoth, y busquemos la paz que tanto anhelamos volver a obtener.