El fin de la Tierra Media: Capítulo 1: "El reino perdido de Arnor"
Y llegamos al final del Capítulo 1!
CAPITULO 1
"El reino perdido de Arnor"
Aldariel salió de Hobbiton dejando allí muchos amigos y días que recordaría por siempre. Tomó el camino directamente hacia el Norte, no había ningún sendero trazado allí por lo que la marcha al principio se hizo bastante lenta y fatigosa para Crosswind, hasta que llegaron a las cercanías del Baranduin, donde éste se desviaba levemente hacia la izquierda. Allí tomaron como camino la orilla occidental del río, el camino que utilizaban los caballeros del rey para llegar al lago Evendim.
Por fin luego de mucho tiempo Aldariel estaba al Norte de Eriador y se dirigía directamente hacia el Sur de Arnor. El río viraba ferozmente hacia el Este antes de llegar a Annuminas y Aldariel se detuvo en esa etapa del trayecto. Se preguntaba que camino debía tomar, continuar el sendero a la orilla del río o cortar camino y dirigirse directamente hacia la ciudad por las tierras escarpadas de las colinas del Sur de Evendim. Legolas había olvidado mencionar ese detalle; aunque le había dicho que era mejor sino se apartaba del camino. Aldariel y Crosswind decidieron descansar allí esa noche y a la mañana temprano verían que hacer.
La mañana los recibió con el cielo colmado de nubes cargadas de lluvia que no tardarían en desatar su furia sobre ellos. Temiendo que el camino que bordeaba el río fuera cubierto por las aguas, Aldariel decidió que tomaría el camino de las colinas. El camino resultó más fácil de lo que imaginaba pero la lluvia no los dejaba ir a gran velocidad. Todo el día los persiguió la tormenta, y nunca dejó de arrojar sus frías lágrimas sobre los dos viajeros. Poco antes de que la noche terminara de oscurecer el camino se divisaron a lo lejos las colinas que los separaban de la ciudad y el lago.
-Tenemos que llegar a las colinas, Crosswind- dijo Aldariel temblando por el frío, sus huesos estaban helados y se sentía desfallecer, puso su fría mano sobre su frente y ésta ardía como el fuego- Te pido un último esfuerzo amigo, debemos encontrar un refugio en las colinas.
Crosswind sentía que algo no andaba bien y apresuró la marcha, a las dos horas arribaron a las colinas y buscaron un refugio para pasar la noche. Aldariel estaba enferma pero aún así logró encender una fogata, tomó un pañuelo que llevaba con ella, lo mojó con agua helada y lo puso sobre su frente. Crosswind estuvo junto a ella cuidándola hasta que amaneció. Aldariel se sumió en un sueño intranquilo durante la mayor parte de la noche.
A la mañana siguiente el sol no les mostró su rostro pero la lluvia había cesado. Aldariel estaba mejor y la fiebre había desaparecido. Lo peor ya había pasado.
Como había decidido, dejaron el refugio y bordearon las colinas. Al poco tiempo de cabalgar hacia el este las laderas descendían suavemente y terminaban en una pequeña llanura antes de llegar al río. Subieron por las colinas y al virar hacia el Oeste vieron un gran espejo de agua entre las colinas de Evendim y Emyn Uial. El paisaje era maravilloso y Aldariel se quedó perpleja al ver la belleza de las montañas y el gran lago a sus pies.
Yendo hacia el Oeste se volvieron a encontrar con el camino que acompañaba al río y lo siguieron. Las aguas habían subido bastante durante el día anterior pero no alcanzaron a cubrir el camino en ese tramo. Tenían el lago cada vez más cerca y el sol había salido por fin, Aldariel sintió que su cuerpo volvía a recuperar el calor que había perdido en la noche. El lago ahora tenía un hermoso color azul que reflejaba el cielo despejado. El paisaje era aún más bello cuanto más se acercaban a la ciudad. Por fin llegaron al nacimiento del río y bordearon el lago hacia el Sur.
El camino estaba muy bien cuidado y las lozas de piedra que lo cubrían eran de color blanco como la nieve. Al final del camino y sobre una pequeña colina se elevaba un hermoso castillo de mármol de color blanco también y que brillaba al sol como si fuera de diamantes. La región no era solitaria sino que muchas casas se erguían sobre ambas márgenes del sendero, eran casas de piedra y todas miraban hacia el mismo. Muchos salieron de sus casas al ver pasar al hermoso caballo blanco y a la doncella que lo montaba, sus ojos verdes se posaban en todas las miradas y su sonrisa cautivó a todo el pueblo, muchos creyeron que ella era de la realeza y que por eso se dirigía al castillo del Rey.
Aldariel se detuvo al llegar a la escalera que ascendía hasta el castillo, era de mármol blanco y estaba rodeada de flores, las últimas que quedaban del invierno y las primeras que anunciaban a la primavera. Dos soldados fueron los que detuvieron su marcha.
-¿Quién eres y de dónde vienes?
-Soy una viajera, mi nombre es Aldariel, vengo de Hobbiton y traigo noticias para el Rey- dijo y al instante les entregó la carta escrita por Legolas- Sepan disculpar que se encuentre algo maltratada pero una fuerte tormenta nos demoró en las montañas y la carta sintió su cólera- les dijo sonriendo amablemente como acostumbraba.
-Está bien, es el sello de la casa real, le daremos tus noticias al Rey.
-Todo está dicho en esa carta, Legolas y Gimli no tardarán en llegar y darle al Rey todos los detalles.
-El Rey apreciará tu valor.
-¿Puedo hacerles unas preguntas?
-Depende cuáles sean...
-Necesitaría un lugar donde quedarme por una temporada, sé que es mucho lo que pido pero no tengo dinero.
-Espera aquí y déjame ver que puedo hacer por ti.
-Se lo agradecería mucho. También me gustaría hablar con alguna persona del ejército, este asunto es mucho más urgente que el anterior.
El soldado se preguntó para qué sería pero no consideró prudente hacer la pregunta. Fue a hablar con otros dos soldados que se encontraban a unos pasos. Luego dijo:
-Sentimos hacerte esperar, pero nosotros no podemos dar órdenes de este tipo.
-No se preocupe, esperaré lo que sea necesario.
Al poco tiempo de esperar se hizo presente un caballero, era de edad avanzada pero de gran temple y don de liderazgo, tenía una enorme cicatriz sobre su ojo derecho, su cabello era negro al igual que sus ojos. Su nombre era Fhilamir y habló a Aldariel con voz grave:
-Acompáñame por aquí por favor.
Aldariel lo siguió y el hombre la llevó al establo, allí dejaron a Crosswind al cuidado de un anciano que tenía una larga barba blanca y ojos azules como zafiros.
-Él es Fëagûl y es el encargado de cuidar a todos los caballos del reino, se encargará de devolverle la energía a Crosswind.
-¿Cómo sabía que.....?
-Es el caballo de Faragond, lo reconocería a muchas leguas de distancia.
-¿Conoce a Faragond?
-Sí, él es mi hermano. Yo soy Fhilamir comandante en jefe de la guardia real de Arnor.
-Mi nombre es Aldariel, un placer.
-Me han dicho que querías hablar con un soldado, pues bien, tienes uno frente a ti.
-Quiero pertenecer a la guardia real.
-¿Una doncella tan pequeña como tú? Debe ser una broma.
-No estoy bromeando- dijo Aldariel muy seriamente y algo molesta- Sé en el peligro que se encuentra la Tierra Media y prefiero morir defendiéndola que esperar mi muerte con los brazos cruzados. Quiero que alguien me enseñe a manejar una espada y si no es alguno de ustedes me marcharé y buscaré otras personas que lo hagan, aunque eso me lleve tiempo y llegue tarde para el comienzo de la batalla- sus palabras tenían tal seguridad que Fhilamir le dijo:
-Veo que ni yo ni nadie va a poder disuadirte de lo contrario, está bien, yo mismo me encargaré de enseñarte, pero empezaremos mañana a primera hora y antes de que el sol haya desplegado sus rayos sobre la tierra.
-Es lo que más deseo.
Eran cerca de las cinco y Aldariel ya estaba preparada para comenzar, esperó a Fhilamir en el campo de entrenamiento de la guardia; pocos minutos después llegó por el camino que salía del castillo hacia el campo. Llevaba dos espadas ceñidas a su cinto, una a su derecha y otra a su izquierda.
-Buenos días comandante.
-Sean buenos para ti también, Aldariel- dijo y soltó de su cintura la espada de la izquierda- la escogí especialmente para ti en la armería.
-No sé como agradecerle lo que está haciendo por mí- Aldariel desenfundó el acero y la espada relució con la luz menguada de las estrellas que estaban por desaparecer del firmamento. La espada era mucho más liviana que la suya que había dejado en el bosque de Farngorn, pero para empezar estaría bien, seguramente fue lo mismo que pensó Fhilamir.
Cuatro horas estuvieron practicando con gran dedicación, Aldariel no parecía cansarse nunca y Fhilamir notó que tenía el don de manejar la espada en la sangre, ya sabía sostenerla no solo con la mano derecha sino también con la izquierda y comenzaba a contestar los ataques que le asestaba casi sin darse cuenta. Así estuvieron practicando hasta el mediodía cuando dejaron la práctica para almorzar.
Cuando Fhilamir llegó nuevamente al campo Aldariel ya estaba allí y continuaba practicando los movimientos que habían aprendido en la mañana.
-Parece que nunca te cansas- Aldariel le sonrió.
-Es que el tiempo es escaso y hay que aprovecharlo al máximo. Fhilamir había llegado con otro soldado, no era de alto rango, pero parecía un hombre fuerte y que llegaría a mucho con el tiempo; lo había llevado para confirmar una teoría que tenía en mente.
-Desármalo
-¿Pero no es un poco pronto?- le preguntó Aldariel asombrada.
-Solo haz los movimientos que hemos practicado.
-Está bromeando ¿no es así comandante?- dijo el soldado con ironía- No pretenderá que luche con ella...
-Tú harás lo que yo ordene.
Aldariel estaba furiosa por el comentario, pero aún así no hizo que lo notaran, tranquilamente se dirigió hacia el centro del campo y esperó al soldado con impaciencia.
Éste de mala gana también se dirigió hacia allí y sin esperar la orden atacó a Aldariel, ella frenó el acero en el aire y el ruido se escuchó hasta el castillo del Rey. Muchos soldados se dirigieron al campo para ver quiénes eran los que estaban combatiendo.
Aldariel se indignó por el sucio comienzo del soldado y procedió a atacarlo ferozmente haciendo que él retrocediera. El soldado que notó la presencia de sus compañeros no quería quedar en ridículo y cuando Aldariel se descuidó le dio un puntapié en el estómago y ella cayó de rodillas. A Aldariel le dolió mucho el golpe pero, antes de que el soldado pudiera declararse victorioso, desde la posición en que estaba hizo un increíble movimiento con su muñeca y despojó al soldado de su espada, la misma se incrustó en el suelo a unos pocos pasos de distancia. Aldariel se había puesto de pie rápidamente y tenía el filo de su acero contra el cuello del soldado.
-Estás muerto- le dijo fríamente. El soldado la miró con odio y ella se arrodilló en el suelo todavía dolorida. Todos los soldados que veían el combate se quedaron como paralizados por un hechizo ante tal hazaña. Fhilamir sonreía con satisfacción. Su teoría era cierta. Aldariel tenía el arte de la espada en su sangre y se convertiría en una gran guerrera que comandaría ejércitos. Los soldados desde ese día la respetaron como uno de ellos, y la llamaron Macilwen "la doncella de la espada". El soldado que había peleado con ella se alejó del campo con odio y rabia en su corazón y comenzó a entrenar con más fuerza solo para ganarle a ella y demostrar que era el mejor frente a todos. Pero el objetivo de Aldariel era muy diferente al suyo y por eso sus caminos también fueron distintos.
El rumor de la bella niña de la espada llegó a oídos del Rey.
Cuatro días después Legolas y Gimli llegaron al castillo, y fueron recibidos con grandes honores, una fiesta fue preparada para ellos y el Rey pidió especialmente que la dama de la espada los acompañara esa noche.