El fin de la Tierra Media: Capítulo 3: "El barco del guerrero"
-El momento ha llegado- dijo Aldariel mirando hacia la entrada del castillo. Al instante miró hacia donde había estado Fëagûl pero él ya no estaba allí, había desaparecido sin dejar rastro.
Aldariel se dirigió rápidamente hacia la recámara de la dama Arwen pero ella no estaba allí. Un guardia se encontraba custodiando la puerta, y ella le preguntó:
-¿Dónde está mi madre?
El guardia se sorprendió al escuchar su hermosa voz, y tartamudeando le dijo:
-Está... camina... hacia la puerta principal.
Aldariel corrió las escaleras que llevaban hacia allí y encontró a la dama a medio camino.
-Madre...- le dijo agitada.
-Lúthien ¿puedes hablar?- dijo con gran alegría en su corazón.
-Escúchame madre, es importante y no hay tiempo, no dejes que nadie hable con Eldarion, llévalo contigo y dile que Aldariel es Lúthien, prométeme que no dejarás que nadie más se lo diga.
-Pero... ¿por qué no vienes conmigo a recibir a tu hermano? Ha estado largo tiempo fuera del castillo y se alegraría mucho de verte a su llegada.
-Por favor madre, prométemelo.
-Está bien hija mía, se lo diré.
-También debes entregarle esta carta...
-¿A dónde vas?- dijo la dama con rostro serio.
-Volveré enseguida- dijo abrazándola fuertemente como si nunca más la volviera a ver. Al instante se separó de ella y corrió hacia los establos, allí subió a la grupa de Crosswind y se dirigió hacia la puerta sur del Castillo y desapareció de la vista de los guardias cual ráfaga de viento.
Las lágrimas la abandonaban y corrían por sus mejillas mientras se alejaba de Minas Thirith, cabalgó rápidamente hacia el sur por varias horas, y cruzó con Crosswind el río Erui sin grandes dificultadas, sin embargo se preguntaba como haría para cruzar el río Grande, era imposible cruzarlo a nado. Ahora el objetivo de Aldariel tenía un solo nombre, Morgoth, y su camino iba ahora hacia las tierras de la sombra, hacia la impenetrable Mordor.
La dama Arwen se reunió con la gente que se había congregado para recibir al príncipe, y cuando llegaron los caballos con Wildstorm al frente, Eldarion bajó de su montura y abrazó a su madre. Ella lo tomó de su mano y se dirigió con él hasta su recámara, pidió al guardia que los dejara solos.
-Me han llegado rumores que aún no me atrevo a creer madre, ¿es verdad que mi hermana ha aparecido al fin?
-Así es hijo, ella misma fue la que me pidió que hablara contigo antes de que cualquier otra persona lo hiciera, pero todavía no entiendo el por qué.
-¿Dónde está ella? Me gustaría verla...
-No lo sé, de un momento a otro se fue y no quiso verte...
-Todo esto es muy extraño...
-Quizás todo se aclare si lees esto- dijo sacando el sobre- y si te digo que su nombre fuera de estas tierras fue Aldariel.
Eldarion se quedó inmóvil, su mirada cambió de repente y se dejó caer de rodillas al suelo. Arwen no entendía que le estaba pasando pero corrió hacia él y lo abrazó con fuerza, Eldarion se apoyó sobre su hombro y lloró amargamente por mucho tiempo. Maldijo su destino, pero enseguida entendió lo que había pasado.
-Se dirigió hacia Mordor...
Arwen sintió que un escalofrío le corría por la espalda y abrazó a Eldarion con más fuerza.
-Si la espada no se encuentra en el Castillo, Aldariel irá en busca del Amo Oscuro.
Todos en el castillo comenzaron a buscar la espada, pero no pudieron hallarla, tampoco pudieron hallar a Lúthien y ya casi el sol había dejado su paso a la luna creciente. Eldarion se sentó en el jardín del castillo y rompió el sobre que le había dado su madre.
"Eldarion te pido perdón de corazón porque jamás voy a poder cumplir la promesa que te hice. No tengo el valor de volver a verte porque temo que mis sentimientos hacia ti me traicionen. Si pudiera cambiar todo lo que soy, si pudiera dar todo el reino a cambio de poder estar a tu lado, pero eso es imposible, porque el destino quiso que fuéramos hermanos, por eso perdóname porque jamás podré quererte de esa forma. Aún si el mundo vuelve a cambiar, o si caigo en las garras de la sombra, nunca dejaré de amarte. Siempre seré Aldariel para ti".
Eldarion aún no podía creer lo que había cambiado su vida ese día, había perdido a su hermana para siempre, y también había perdido a la mujer que tanto amaba. Se sentía deshecho, sin fuerzas, débil e impotente. Su madre salió al jardín y ahora que su hijo estaba más tranquilo decidió hablarle.
-Ahora que te veo sufrir de esta forma entiendo claramente por qué Lúthien no habló más luego de enterarse quien era. Y también entiendo porque lloraba cada vez que alguien mencionaba tu nombre- dijo con su rostro tan triste como antes de saber que Lúthien estaba con vida- me alegré mucho cuando ella llegó a este lugar, jamás se me hubiera ocurrido que estaba enamorada de ti...
-Tengo que ir a buscarla... No creo que haya cruzado todavía el río Grande, debe estar yendo hacia Pelargir, tengo que encontrarla antes de que cruce el río y se dirija sola hacia una muerte segura.
-¿Estás seguro que quieres hacerlo?
-Nadie podrá impedírmelo.
-Entonces ve y que los Valar te protejan hijo mío- le dijo y lo abrazó cálidamente- Cuídate el sur está plagado de tropas del enemigo.
Eldarion no esperó más y se dirigió hacia el Sur rápidamente mientras el sol se ocultaba en el occidente y las estrellas danzaban allá a lo lejos, casi no se distinguían debido a la nube gris que cubría todo el lugar como un cielo a punto de arrojar sus frías gotas de lluvia sobre la ciudad. Aún así su brillante resplandor lograba distinguirse débilmente.
Algunos días pasaron y Aldariel por fin llegó a Pelargir, allí esperaba que algún barco pudiera alcanzarla hasta la orilla oriental del Río Grande. Todavía no había decidido que camino iba a tomar una vez que estuviera del otro lado, parecía imposible acercarse hacia el sureste, cuanto más cerca estaba mayor cantidad de enemigos encontraba a su paso, tuvo la suerte de que no encontró muchos hasta llegar a Pelargir, se preguntaba si esto era bueno o malo, quizás todos estaban ya atacando Minas Tirith. Decidió ya no mirar atrás y dirigirse hacia Mordor sin demora, por el momento su objetivo sería cruzar Ithilien desde el sur y observar si el camino de Harad estaba transitado o no. Cabalgó por la orilla occidental del río y distinguió a lo lejos un gran barco. Se dirigió hacia él esperando que su dueño la llevara hasta el otro lado.
Un hombre alto y vestido de gris oscuro estaba parado en la cubierta del barco y la vio llegar desde el norte, tenía una nariz puntiaguda y era de edad bastante avanzada aunque parecía un gran guerrero, o al menos lo había sido en tiempos lejanos, llevaba una espada ceñida a su cintura. Se preguntaba que hacía esa noche y en esas tierras una doncella como ella. Sus ropas blancas se distinguían a lo lejos y la capa plateada brillaba con la luz de la luna blanquecina.
-Buenas noches señor.
-Buenas noches bella dama, es extraño ver en estos días una doncella del palacio dirigirse hacia aquí sin un motivo urgente.
-Así es, necesito llegar a la otra orilla, si su amabilidad es tanta como para llevarme al otro lado.
-Más extraño es que quieras viajar hacia allí, Ithilien está plagada de enemigos, ya ningún hombre vive allí, cayó bajo la Sombra luego de que Faramir se dirigió hacia Gondor.
-Siento mucho lo que ocurrió, pero aún así quiero ir allá.
-¿Aún después de lo que acabo de decirte?
-No le temo a la Sombra, me dirijo hacia Mordor y no tengo planes de morir en Ithilien- dijo alzando en alto su espada- Anduril se encargará del enemigo y destruirá al Amo Oscuro si me llevas allí. Y si no lo haces encontraré otra manera de llegar, pero quizás demore más tiempo y sea mayor el peligro.
-Tú sola jamás podrás enfrentar al Amo Oscuro, te diriges hacia la muerte, y si te llevo allí siendo tú Lúthien la hija del rey, jamás seré perdonado.
-No le temo a la muerte, y nadie tiene poder sobre lo que yo decida, ni siquiera mi padre. Ya tomé mi decisión y si la muerte es lo que me espera en Mordor, moriré.
-No puedo llevarte allí.
El hombre del barco se quedó pensativo, Aldariel lo miraba a los ojos suplicándole que la lleve pero él se negaba a hacerlo, Lúthien había aparecido por fin y era la esperanza de todos, no podía dejarla morir. Mirando hacia el cielo se puso a tararear parte de una vieja canción:
Narsil elegirá a su heredero,
Y Morgoth mismo temerá
A la espada que fue forjada de nuevo
A la espada que ya no está perdida
Y a la mano que la sostendrá.
-Está bien, te llevaré allí pero iré contigo, y solo te dejaré cuando mi voluntad así lo decida, ese es el trato.
-Si así lo quieres así será.
Aldariel descendió de Crosswind y le dijo:
-Ya no puedes continuar a mi lado amigo, Mordor no es un lugar para ti, ya sabes como llegar al castillo, ve hacia allí, Faragond estará contento de volver a verte cuando llegue a Gondor.
Crosswind no parecía estar de acuerdo con la orden de Aldariel. Mientras ella se encaminaba hacia el barco él en vez de regresar fue tras ella.
-Crosswind, no puedes venir, es muy peligroso, debes irte ahora, nuestros caminos se separan aquí- le dijo y le dio la espalda para subir al barco.
Crosswind dio un enorme salto y cayó sobre la cubierta.
-Ese caballo prefiere morir a tu lado que volver sin ti, Lúthien, déjalo que vaya contigo, o nos seguirá a nado y se ahogará en el río. Aldariel acarició a Crosswind con cariño y estuvo muy agradecida con él por acompañarla en tan arriesgada empresa. También con el hombre que la estaba ayudando, su nombre era Thirwain y había peleado en la guerra del anillo y también en la primer pelea contra Morgoth cinco años después.