El fin de la Tierra Media

Dedicado a mi amigo Emiliano -Fëadîn el elfo austral-

Thursday, June 29, 2006

El fin de la Tierra Media: Capítulo 2: "Una larga espera"





Solo unos 300 guerreros habían quedado en el Castillo de Arnor, y como el Rey lo había previsto, dos días luego de que el ejército partiera a La Comarca, y mientras allí se desarrollaban los hechos contados anteriormente, una horda de orcos descendió desde el Norte. Todos los aldeanos fueron llamados a ocultarse en el castillo del Rey, en los refugios subterráneos que habían sido construidos debajo de la colina con el fin de proteger al pueblo si algo así ocurría. Todos los soldados se encontraban armados y esperando la llegada de los enemigos detrás de las murallas del castillo, pero eran pocas sus esperanzas, sabían que iban a morir quizás esa misma noche.
El sol se estaba ocultando cuando la gran sombra se fue acercando desde el Norte.
-Debemos resistir Gimli, hay que aguardar al ejército del Sur- le dijo Aragorn desenvainando su espada.
-A tu lado me tendrás amigo Aragorn, hasta el fin.

La batalla había terminado y hobbits y hombres se dirigieron hacia el Norte, hacia Annuminas. Los pocos hobbits sobrevivientes iban detrás de los soldados cabizbajos y tristes por la gran pérdida del hogar y los amigos. El ejército de Fhilamir iba detrás de los hobbits con Aldariel y Legolas a la cabeza. Encabezando la fila iba Eldarion junto a Faragond y Galinor y el ejército de Gondor.
Llegando a las primeras elevaciones de las colinas de Evendim, decidieron darle un descanso a los cansados caballos y soldados, no se habían detenido desde que habían salido de La Comarca, o lo que ahora restaba de ella.
-Legolas necesito estar sola por un momento, volveré enseguida- le dijo Aldariel.
-Está bien, ten cuidado.
Aldariel se alejó de donde estaban todos y subió una de las colinas, allí y bajo la tenue luz de las estrellas entonó un canto a Fhilamir. Tan triste y hermosa era su voz y tan triste su canto, que todos aquellos que la escucharon no pudieron evitar llorar. Ella misma lloraba mientras su voz se alejaba con el viento de la noche.

Las estrellas brillan en el cielo
Y allí estás tú, padre
Brillando con ellas
Y yo estoy aquí, sola,
Esperándote
Perdóname
Porque nada pude hacer por ti
Perdóname
Porque te dejé morir...


Eldarion siguió la voz que escuchaba, estaba hechizado por la belleza de la melodía y llegó al pie de la colina, no se sorprendió al ver allí a Aldariel, sabía que era ella, era una luz encendida en la oscuridad, su vestido blanco era iluminado por la luz de las estrellas y parecía que esa luz no provenía del cielo sino de Aldariel. No se percató de su presencia hasta que él estuvo detrás de ella.
-No debes culparte por su muerte, Aldariel- le dijo dulcemente al oído.
-Estás llorando...- le dijo ella cuando lo vio y apoyó su mano sobre la mejilla de Eldarion para secarle las lágrimas que había derramado.
Él sintió un gran amor por ella y comprendió por qué estaba tan impaciente por llegar al Norte, ella era la razón, ella era más importante que llegar para combatir en una guerra inútil, ella era más importante que cualquier otra cosa que se le podría haber ocurrido en ese instante. Y desde el momento que había hablado con ella sabía que era la razón que estaba buscando, la razón para combatir contra quien fuera y por lo que fuera.
-No estás sola. Yo estoy contigo...
Ella sonrió débilmente, estaba muy agradecida con él, pero no era eso exactamente lo que sentía, era algo que nunca había sentido antes, algo cálido que brotaba de su corazón, lo único que sabía era que quería estar a su lado por siempre, que si se separaba de él su corazón se volvería frío como el hielo. Ambos se quedaron mirando las estrellas distantes, luego Aldariel miró a Eldarion y le dijo suavemente:
-Tu tristeza tiene muchos años...
-¿Cómo haz podido saberlo?
-No lo sé, simplemente lo sentí
-Es verdad, mi tristeza tiene casi 20 años... Hace mucho tiempo ya... Fue cuando el Amo Oscuro llegó a la Tierra Media y la oscureció con su sombra.
-No tienes que continuar si te lastima...
-No, está bien, quiero contártelo.

Y Eldarion relató esta historia a Aldariel, la historia de lo que había ocurrido en el castillo de Gondor el día nefasto en que el Amo de Sauron, Melkor, Morgoth, había vuelto a la Tierra Media.
"Yo era muy pequeño, lo recuerdo como si fuera un sueño lejano, tenía siete años cuando ocurrió. Gondor fue atacado por una hueste enorme de orcos, eran más de 10.000, muchos soldados de Rohan y Gondor que estaban en los alrededores escucharon la llamada del Gran Cuerno y cabalgaron rápidamente hacia el Castillo. El Amo Oscuro estaba anunciando su llegada, aunque él nunca se hizo presente.
"Fue inútil detenerlos, destruyeron todo, tal cual lo hicieron ayer con la Comarca, lo único que quedaba en pie era el castillo y las personas del pueblo huyeron hacia el sur. Pero había algo mucho más terrible detrás que todas las pérdidas materiales. No sabemos por qué pero varios orcos tenían la orden de llevarse a todos los niños que tuvieran menos de dos años de edad, sabemos que el Amo Oscuro tuvo que ver en esto pero no sabemos cual fue el motivo que lo llevó a hacerlo. Yo tenía una hermana pequeña, mi madre siempre me decía que yo debía protegerla. Ese día un hechicero logró penetrar las defensas del castillo mientras afuera la guerra no tenía fin, mi padre estaba combatiendo junto con Fhilamir, y muchos otros soldados, todavía no se había levantado el fuerte en Arnor y todos luchaban en Gondor. El hechicero le arrebató la niña a mi madre de sus propios brazos y desapareció. La buscamos por todos lados, no sabemos que fue de ella...
"Mi padre apenas se enteró de lo sucedido fue detrás de los orcos que se llevaban a los niños hacia el Norte, pero nada pudo hacer combatió con ellos pero inútilmente, eran demasiados y se dice que estaban comandados por el hechicero, sus movimientos eran estratégicos e imposibles de adivinar.
"Nunca encontramos a ese hechicero pero tengo su rostro clavado en mis ojos. Yo estaba allí cuando él nos la quitó. No pude evitar sentirme culpable aunque no fuera mía esa culpa. Por eso entiendo como te sientes.
Aldariel tenía los ojos llenos de lágrimas, la historia era demasiado triste. Recordó la historia que su padre Bárbol le había relatado, a la dama Arwen, quien nunca más volvió a sonreír después de la llegada del Poder Oscuro. Y sintió pena por el joven Eldarion y lo abrazó mientras sus lágrimas la abandonaban.
-Por eso la dama Arwen está triste...
-Ella es mi madre, yo soy el heredero del Rey.
Aldariel se sorprendió al escuchar esto, pensaba que Eldarion era el capitán del ejército de Gondor, pero no pudo imaginar que él era el primogénito del Rey. Luego le pareció evidente, ahora lo veía y Eldarion se parecía mucho a su padre. En seguida unas palabras que ya había escuchado antes resonaron en su mente como un redoble de tambor: "solo somos dos soldados sin linaje" palabras que había escuchado de Galinor el día que lo vio por primera vez camino a Arnor. Cómo podía siquiera considerar estar enamorada del hijo de un Rey si ella apenas era un soldado de la guardia real y solo tenía pocos días en el ejército. Sin embargo, aunque todavía no sabía que significaba lo que estaba sintiendo no pudo evitar sentirlo.
-Te haz quedado callada... ¿te sorprendió lo que dije?
-No es eso...
-¿No quieres decírmelo?
-Decírtelo significaría revelarte lo que estoy sintiendo y ni yo misma lo sé bien.
-No necesitas revelarme nada porque lo veo en tus ojos- dijo tomándole la mano.
-Tú eres el hijo del Rey y yo...
-No sigas...- la interrumpió- eso a mí no me importa- y con un dulce beso sello sus labios.
De un momento a otro divisaron una columna de humo a lo lejos y hacia el Norte, rápidamente bajaron la colina y se dirigieron hacia donde se encontraba el ejército; allí Aldariel subió rápidamente a Crosswind y le dijo a Legolas:
-Hay fuego en el Norte, debemos irnos y rápido.
-Ha sido corto el descanso...
-Los hobbits no pueden ir allí, debes ir con ellos hacia el Sur. Lleva contigo a los soldados de Arnor que quieran acompañarte, deben estar todavía exhaustos por la batalla de ayer.
-¿Tú no vendrás?
-Mi lugar ya no está con ustedes, yo combatiré junto al ejército de Gondor.
-Pero es peligroso...
-Lo sé, pero no puedo quedarme, ten cuidado, no sabemos si los atacarán cuando nos vayamos- dijo y Crosswind se alejó rápido como una flecha hacia el inicio de la fila y se unió al ejército de Gondor.
La caballería se dirigió a toda prisa hacia el lago, sin descanso y esperando no llegar tarde para auxiliar al último baluarte del Norte.

Dos días casi habían pasado desde que la batalla había comenzado. Todo el pueblo estaba en llamas y destruido por completo, lo único que restaba en pie era el castillo del Rey, todas las personas se encontraban en el refugio, pero sus últimas esperanzas estaban muriendo. El ejército de Gondor no llegaba y los soldados que habían logrado sobrevivir eran pocos. Y los que todavía combatían estaban extremadamente cansados y heridos, tanto sus cuerpos como sus almas.
-¡No lograremos pasar la noche Aragorn!- dijo Gimli luego de dar un hachazo a la cabeza de un orco que intentaba cruzar la enorme pared que resguardaba el castillo.
-Vendrán, estoy seguro, y será esta misma noche.
-Pero faltan muchas horas para eso y no lograremos sobrevivir.
-Nosotros no, pero las personas refugiadas sí podrán hacerlo- dijo asestando un golpe con su espada para derribar a otro orco. Se veía cansado y casi sin fuerzas, sin embargo continuaba combatiendo sin perder la fortaleza- Fëagûl está con ellos.
-Ni siquiera él podrá salvarlos si logran atravesar las defensas.
-Hay un pasadizo a través de las montañas, Fëagûl los guiará si los orcos logran hacer lo que dices.
-Pues veo que has sido previsor, Aragorn- dijo Gimli derribando otro orco hacia el otro lado de la gruesa pared- tengamos fe entonces...
La batalla continuó con toda su furia y se llevó muchas vidas, las defensas habían disminuido casi por completo cuando el ocaso tiñó de rojo el cielo azul. Los orcos habían logrado penetrar las defensas cuando un cuerno resonó en la lejanía. Era el cuerno de Fhilamir que ahora estaba en las manos de Faragond su hermano menor. Aldariel y Eldarion encabezaban la fila y fueron los primeros en atacar la retaguardia de los orcos que atacaban el castillo. Los soldados que protegían el castillo utilizaron sus últimas fuerzas para detener a los orcos que habían logrado pasar la enorme muralla mientras el ejército de Gondor se encargaba de aniquilar a los orcos desde el otro flanco. Toda la noche duró el combate, los orcos caían a medida que el ejército de Gondor los acorralaba hacia el lago, muchos murieron por el filo de las espadas y muchos otros murieron ahogados al caer al lago. Apenas amaneció y la batalla terminó Aldariel cayó al suelo sin fuerzas y se sumió en un profundo sueño. Casi no había descansado y las dos batallas que había tenido la habían agotado por completo. Al verla allí sin sentido un gran temor invadió el espíritu de Eldarion, se arrodilló frente a ella y se quedó tranquilo cuando vio que sólo estaba dormida. La tomó en sus brazos y la llevó hacia el castillo.
-Padre, me alegro que estés bien y que hayamos podido llegar a tiempo.
-Llegaron en el momento justo- dijo y luego miró a Aldariel- ¿está bien?
-Solo está dormida, ha sido demasiado para ella