El fin de la Tierra Media: Capítulo 1: "La hija de Bárbol"
CAPITULO 1
"La hija de Barbol"
Merry subió a la grupa de Crosswind detrás de Aldariel y ambos se dirigieron hacia la casa de Sam Gamyi. Merry contó a Aldariel que los atuendos que llevaba eran distintos a los del resto de los hobbits porque él pertenecía a los Caballeros de la Marca, la caballería de Rohan. Aldariel lo felicitó y le contó que se había cruzado con dos jinetes en el camino poco tiempo después de cruzar el paso, pero que le contaría toda la historia una vez que hubieran llegado. También esperaba que ellos pudieran contarle sobre el peligro que acechaba a la Tierra Media. La noche era fría, pero casi no había viento en el aire. Sam se sorprendió al ver llegar a Merry en el medio de la noche y junto con una muchacha que podía compararse en belleza a la dama Arwen.
-Haz dejado tu puesto Merry ¡pero te veo bien acompañado!- lo regañó Sam.
-He dejado a tres de mis hombres allí, tenía que escoltar a esta dama hasta aquí yo mismo.
-Me alegraría que me contaran la historia, ¿por qué no pasan a mi casa y nos ponemos cómodos para charlar a gusto?
-Sería un honor señor Samsagaz- dijo Aldariel bajando del corcel- pero primero me gustaría dejar a Crosswind en un lugar donde pueda descansar, hemos hecho un largo camino juntos.
-No te preocupes Sam, yo me encargo de él- dijo una señora hobbit que había salido de la casa.
-Que descanses amigo, mañana iré a verte- le dijo Aldariel y se despidió de él.
La casa de Sam era un lugar muy agradable y se parecía mucho al hogar del niño que había salvado en el sur de la Comarca. El fuego estaba encendido en la chimenea y el frío de la noche no se sentía dentro del cálido recinto. Todavía se podía oler en el ambiente el aroma de la cena, Aldariel no había comido desde el mediodía y se sentía hambrienta. Por suerte Sam enseguida le ofreció algo de comer y ella aceptó gustosa. Merry ya había comido pero también aceptó con gusto el ofrecimiento de Sam. Sam también acompañó a los visitantes. Luego de un momento la señora entró a la casa y Sam la presentó, era su esposa Rosita. Mientras ella levantaba la mesa los hobbits y Aldariel comenzaron la charla, ella les contó sobre su travesía, todo el largo camino que había hecho desde el bosque de Farngorn para llegar hasta allí y las cosas que vio y que le pasaron, su llegada a la Comarca y su estadía en el sur.
-Es increíble que hayas llegado hasta aquí sana y salva en los días que corren- le dijo Merry.
-Todos me dijeron lo mismo, y por eso yo quería preguntarles qué es exactamente lo que está pasando en la Tierra Media, era poco lo que mi padre pudo decirme.
-Ni siquiera nosotros lo sabemos bien, pero es algo horrible, se dice que el Amo de Sauron llegó a la Tierra Media hace unos 20 años y que yace en algún lugar desde entonces, nadie sabe porqué está esperando para atacar, o nadie lo dijo abiertamente. Últimamente se vio a varias huestes de orcos y bestias malignas recorrer los caminos del Norte. El rey cree que el primer lugar en ser atacado será la Comarca, por eso está rodeada de campamentos de hombres de Arnor y Gondor que están tratando de prevenir cualquier posible ataque- explicó Sam.
-Ahora que lo dicen yo vi un campamento poco antes de llegar aquí...
-Es uno de los tantos. Frodo fue el causante directo de la derrota de Sauron y por eso todos piensan que el primer lugar en ser atacado será la Comarca- agregó Merry.
-Eso es horrible...- dijo Aldariel tristemente.
-Pero mejor dejemos de lado esas cosas, ya bastante asustados estamos todos aquí ¿porqué mejor no nos cuentas como es que alguien como tú puede ser la hija de Bárbol?- la interrogó Sam, estaba muy impaciente por hacer esta pregunta.
-Es obvio que no soy su hija legítima, pertenezco a la raza de los hombres, él me encontró cerca de un río interior del bosque de Farngorn cuando yo era muy pequeña. Desde ese día se convirtió en mi padre.
-¿y cual es el motivo de tan largo viaje?- continuó Sam con el interrogatorio.
-En realidad son dos motivos. El primero y principal es aprender a manejar una espada, mi padre encontró una espada junto a mí a orillas del río y es el único indicio que tengo de mi pasado, además no quiero quedarme de brazos cruzados cuando llegue el momento de la batalla. El segundo motivo es mucho más superficial, quería conocer más sobre la Tierra Media, quería conocer otros bosques, las montañas, los ríos porque desde que soy niña nunca dejé el bosque de Farngorn.
-Y ya has conocido bastante en el largo viaje que has hecho, pero todavía te falta mucho por conocer- dijo Merry bostezando- pero será mejor que por hoy dejemos la charla, debes estar muy cansada.
-Merry tiene razón, puedes quedarte en mi casa el tiempo que quieras.
-Muchas gracias señor Samsagaz, mi idea es tomar un descanso de cinco días y cinco noches si no es molestia para ustedes, me iré en la mañana del sexto día hacia el norte en busca de los montaraces, si ustedes no tienen una pista para tomar un rumbo fijo mejor.
-Dentro de pocos días tendremos noticias de Bree, quizás podamos darte información cuando lleguen nuestros amigos. Y por supuesto que no es molestia, eso sí, solo llámame Sam- le dijo sonriendo.
Pasaron dos días desde que Aldariel había llegado a la Comarca, pasaron tranquilamente, y a pesar del miedo que podía apreciarse en el ambiente, la alegría dominaba sobre él y los hobbits continuaban con las labores diarias. Aldariel ayudaba todo lo que podía en los quehaceres, a la mañana luego del desayuno siempre iba a visitar a Crosswind al establo y pasada la hora del almuerzo iba a los bosques a jugar con los niños. Ya todos se habían encariñado con ella y la querían mucho. Ella lamentaba tener que irse tan pronto, pero no podía demorarse mucho tiempo allí, tenía que aprender lo más pronto posible a combatir para cuando comenzara la guerra. El solo pensar en eso la aterrorizaba, pero su valor era más grande que cualquier temor que pudiera tener y quería defender a la Tierra Media cuando llegara el momento.
El tercer día de la estadía dos amigos se acercaron por el camino que llegaba desde Bree. Un enano con yelmo y cota de maya, y un hacha cargada a su espalda. Lo acompañaba un muchacho de larga cabellera rubia que brillaba al sol, y que llevaba consigo arco y flechas.
-¡Son Legolas y Gimli!- gritaron alegremente los niños que estaban jugando con Aldariel y se dirigieron al camino. Ella los siguió. Legolas y Gimli le repartieron dulces a los niños como acostumbraban hacer; todavía no habían notado la presencia de Aldariel.
Ella sin embargo los miró asombrada, eran el primer enano y elfo que veía en su vida. Se quedó prendada de la belleza del elfo y la fortaleza del enano. Su padre le había hablado de ellos, pero verlos no es lo mismo que imaginarlos. Gimli fue el primero en advertir la presencia de Aldariel y se sorprendió mucho al verla.
-¡Un elfo en la comarca!- exclamó asombrado- Y es una hermosa dama...
-Bienvenidos a la Comarca caballeros, mi nombre es Aldariel- les dio la bienvenida amablemente.
-No es un elfo Gimli, fíjate bien amigo, pertenece a la raza de los hombres. Yo soy Legolas y él es mi amigo Gimli.
-¿No es un elfo? Entonces su madre o su padre deben serlo...
-Lamento no poder responder a esa pregunta, pero no conozco a mis verdaderos padres.
-Discúlpame, no fue mi intención...
-Está bien señor Gimli- dijo sonriendo- no se preocupe, Sam los estaba esperando.
Así los tres caminaron hasta Bolsón Cerrado. Allí San recibió a los viajeros con un refrigerio y todos se sentaron a la mesa para hablar sobre lo que estaba ocurriendo al este de la Tierra Media.
-Rhovanion fue destruido- dijo tristemente Legolas- una gran cantidad de orcos llegaron de repente desde el este y talaron y quemaron los árboles del bosque sin miramientos, algunos elfos del Bosque Negro que lograron sobrevivir al ataque dicen que se ocultaban en el bosque que rodea el lado oriental del Mar de Rhûn. Son muchos, y vienen acompañados de criaturas malignas que nadie en la Tierra Media había visto jamás. Lamento darles esta noticia pero en este momento deben estar cruzando las Montañas Nubladas.
-Eso no puede ser- dijo Sam temeroso de lo que pudiera ocurrir.
-Parece ser que este será el fin de la Tierra Media- dijo Gimli cabizbajo.
-¡No! ¡No lo permitiré!- dijo Aldariel enérgicamente- Sam hoy mismo me marcho hacia el norte, sé que dije que iba a quedarme más días, pero ahora el tiempo apremia y necesito encontrar urgente a los montaraces.
-Puedes venir con nosotros si quieres, vamos a Annuminas a darle la noticia al Rey. Allí encontrarás a soldados diestros que podrán enseñarte lo que necesitas- le dijo Gimli.
-No, ustedes tienen que descansar de su viaje, yo me iré ahora mismo, Crosswind me acompañará y no tardaré mucho en llegar allí, solo les pido que me indiquen como encontrar el camino.
En la mitad del tercer día, Aldariel partió hacia Arthedain en busca de los caballeros del Rey para aprender lo que tanto había deseado por años. Legolas le explicó como llegar hasta allí y también redactó una carta en la lengua común para que Aldariel no tuviera problemas para acceder a esa región. El sol del medio día brillaba fuertemente cuando Crosswind emprendió la marcha. El viento que llegaba del mar soplaba suavemente y ondeaba el lacio cabello negro de Aldariel. Muchos hobbits fueron a despedirla y le desearon mucha suerte en el camino, pero desde ese momento el corazón de los hobbits se ensombreció, aún sin que les hubieran dicho nada sobre la próxima llegada al oeste de las elevadas Montañas Nubladas de las criaturas malignas del Poder Oscuro.
Triste era la expresión de Aldariel cuando dejó a los hobbits y se lamentaba de no haber salido antes del bosque de Farngorn, pero eso ya no tenía remedio, tenía que hacer todo lo que pudiera por los hobbits y para eso necesitaba esforzarse al máximo y aprender lo más rápido posible. Así se dirigió hacia su destino, hacia el norte, el lugar donde moraba el Rey.