El fin de la Tierra Media

Dedicado a mi amigo Emiliano -Fëadîn el elfo austral-

Friday, March 24, 2006

El fin de la Tierra Media: Capítulo 2: "Una dolorosa despedida"




CAPITULO 2

"Una dolorosa despedida"

Faragond y Galinor luego de varios días de travesía sobre las extensas llanuras de Rohan llegaron a Gondor. Al castillo donde moraba la dama Arwen y donde regía el príncipe Eldarion, primer hijo del Rey y heredero al trono.
-Han hecho un largo viaje hasta aquí caballeros y aprecio mucho su tarea.
-Es un honor para nosotros señora de Gondor- le dijo Faragond- el Rey se encuentra bien y se está encargando de la defensa en el Norte.
El rostro de la dama era hermoso como el arco iris que se eleva en el cielo después de la lluvia, pero era tan triste que todos aquellos que la miraban sentían deseos de llorar.
-Señor Eldarion, su padre requiere que se dirija hacia el Norte con la mayor cantidad de guerreros que pueda reunir en solo cinco días. Hay demasiadas huestes de orcos y el ejército de Arnor no es ni la cuarta parte del ejército de Gondor, si el ataque comienza allí no tendrán posibilidad alguna de vencerlos.
-Así descuidaríamos Gondor, denme solo un día más e iré en busca de Faramir para que se establezca junto a mi madre o no podré irme tranquilo.
-Será como usted lo decida.
Al día siguiente Eldarion partió con dos soldados más en busca de Faramir, tenía tan solo 25 años de edad, pero era muy maduro de mente y seguro de sí mismo, tenía la belleza de su madre y la fuerza y valentía de su padre, y no dudó un segundo en seguir sus órdenes.
Faragond y Galinor se unieron a la guardia real de Gondor y comenzaron a preparar la escolta del príncipe, mientras él llegaba a Ithilien. En el claro de un bosque se encontraba la casa de Faramir, en la entrada regando las flores de los canteros, se encontraba Anariel. Sus cabellos eran rubios y sus ojos eran más celestes que el cielo de otoño. Enseguida fue al encuentro de Eldarion a darle la bienvenida. Sus mejillas se tiñeron de un rubor rosa claro, y sus ojos brillaron como siempre que él iba a visitarlos, aún así su corazón albergaba una gran tristeza porque sabía que su amor hacia él no era correspondido.
-Bienvenido a Ithilien señor Eldarion
-No me digas "señor" Anariel, nos conocemos desde niños y no me agrada que tú me llames así.
-Lo sé. Es extraño que hayas venido en esta época, faltaban meses para tu visita.
-Necesito hablar con tu padre.
-¿Por qué no entras a la casa? Mi madre estará contenta de verte.
-No voy a quedarme, mi visita será solo de unas pocas horas.
-Deben estar cansados, yo me encargaré de devolverles el vigor a sus caballos.
A la puerta de la casa se encontraba la dama Eowyn con un vestido de terciopelo azul bordado con hilos dorados y su cabello estaba suelto sobre los hombros. Eldarion besó su mano y los tres caballeros entraron a la casa. A las tres horas llegó Faramir que volvía de recorrer el bosque como hacía todos los días. Cuando entró a la casa se sorprendió al ver a Eldarion, pero enseguida lo abrazó como a un hijo.
-Tengo que pedirte un gran favor Faramir, tú eres mi segundo padre y no me iré tranquilo sino vienes conmigo.
-¿Ir contigo? ¿a dónde?
-Mi padre me pidió que vaya al Norte. Temen una embestida de los orcos de un momento a otro. Pero no me iré en paz sino dejo a mi madre con alguien de confianza que permanezca junto a ella.
-Este es nuestro hogar, Eldarion y Faramir hace mucho que dejó las batallas para vivir una vida tranquila aquí en Ithilien y tú lo sabes.
-Es verdad Eowyn, pero estos no son tiempos tranquilos, son tiempos de guerra nos guste o no, y tarde o temprano las huestes del Poder Oscuro llegarán aquí también.
-Él tiene razón Eowyn, hasta hoy estuve vigilando Ithilien y procurando que ningún orco se aventure en estas tierras, hace mucho que nuestra vida dejó de ser lo que deseaba. Está bien, voy a acompañarte, pero la estadía será larga y por eso quiero que Eowyn y Anariel vengan conmigo. También voy a pedirte que los soldados que te acompañaron se queden aquí cumpliendo la tarea que yo estaba realizando.
-Tus deseos se cumplirán querido Faramir, partiremos dentro de dos horas.
-Así será.
Para el sexto día cerca de 2000 hombres estaban listos para partir de Gondor, el príncipe Eldarion había arribado junto con Faramir la noche del día anterior a la partida y había pasado el tiempo que le quedaba junto a su madre.
Al día siguiente una larga columna de hombres iba encabezada por Faragond y Galinor que mostrarían el camino a seguir. Bordearían las montañas, cruzarían el paso de Rohan y tomarían el camino del Norte-Sur hasta Eriador. El mismo camino que poco antes había recorrido Aldariel. Era un largo trayecto pero habían tenido tiempo de preparar los víveres necesarios. Al final de la larga fila de hombres iría Eldarion, sobre Wildstorm, su caballo negro. Antes de marcharse Eldarion besó a su madre en la frente y la abrazó fuertemente. El rostro de la dama Arwen estaba bañado en lágrimas y Eldarion le dijo:
-Madre, prometo que volveré pronto a verte. Por favor no estés triste- le dijo Eldarion dulcemente tratando de calmarla.
-Cuídate mucho hijo y cuida también a tu padre- Un último abrazo departe de la dama y Eldarion subió a la montura de Wildstorm cerrando la fila.
A la derecha de la Reina se encontraban Faramir, Eowyn y Anariel y muchas personas más habían ido a despedirlos y se quedaron allí hasta que no vieron más a Eldarion que se alejaba junto a los soldados por el valle. Y sabían que no iban a volver a ver a muchos de ellos otra vez, por eso sus rostros reflejaban una gran tristeza.
Unos 10 días pasaron desde que habían dejado la ciudad, habían cruzado el paso de Rohan y ya estaban sobre el camino. Eldarion estaba deprimido y pensaba en su madre, aunque también sus ojos grises se dirigían hacia el Norte, donde se encontraba su padre esperando su llegada, pero había otra razón por la que quería llegar rápidamente al Norte, no sabía cual era, solamente sentía que tenían que llegar lo más pronto posible allí.
-Es aquí, ¿recuerdas Galinor?- le preguntó Faragond.
-El lugar donde encontramos a esa doncella.
-Me pregunto si habrá logrado llegar a salvo...
-Su convicción me hace pensar que sí, debe estar ahora en Arnor.
-Sería una gran pérdida sino fuera así
-Me pregunto si la volveremos a ver algún día...

Seis días habían pasado desde que Aldariel llegara a Annuminas y Legolas y Gimli llegaron solo dos días después. Se presentaron ante el Rey para darle las noticias sobre la caída de Rhovanion y el inminente próximo ataque a la Comarca. Estimaban que en ese momento los orcos ya deberían haber pasado el Último Puente y en aproximadamente otros cuatro días estarían ya sobre Bree. Los dos junto con el Rey caminaban por los campos que rodeaban el castillo. El Rey estaba vestido con los atavíos que utilizaba en sus épocas de montaraz, y no parecía un Rey en lo más mínimo.
-Aún así en Rhovanion disminuyeron mucho sus fuerzas, pero todavía son demasiados... hablaban de más de 5000 entre orcos y Uruk-hai- dijo Legolas.
-Será una larga batalla, Aragorn- le advirtió Gimli.
-Quiero que uno de ustedes dos acompañe al ejército de Fhilamir, y que otro se preparare para un inminente ataque a Annuminas junto al ataque a la Comarca, saben que somos pocos en Arnor y que nos destruirán, y si el ejército del Sur no llega a tiempo así será. Debemos resistir hasta que lleguen o el último baluarte del Norte caerá como lo hizo Rhovanion.
-Maese Gimli, te concedo el honor de decidir que camino tomarás.
-Elección dolorosa me das amigo, pero supongo que cabalgar no es algo que puedo hacer así que me quedaré junto a Aragorn.
-Sin embargo sabia ha sido tu elección, Gimli.
En ese momento llegaron al campo donde entrenaban los caballeros, allí estaba Aldariel combatiendo y derrotando a cada soldado que se le enfrentaba. La espada que ahora usaba era más grande y mucho más pesada, pero no parecía presentarle dificultad alguna.
-Ya es suficiente- dijo Fhilamir a Aldariel- debes descansar.
-Pero no estoy cansada...
-¿Por qué no la dejas continuar Fhilamir?- dijo Gimli- yo podría practicar con ella.
-¡Gimli! ¡Legolas! Llegaron al fin- exclamó Aldariel alegremente- ¿en verdad quieres enfrentarte a mí Gimli?- dijo retándolo.
-No seas tan egocéntrica- le dijo Fhilamir.
-No lo soy, solo estoy desafiando a Gimli.
-Pues yo acepto el desafío- dijo emocionado.
-Pero... sería mejor un combate a espadas...
-No es justo...- le dijo Gimli.
-No importa, todavía tengo fuerzas para combatir con ambos- Aldariel no sabía que era al propio Rey al que estaba retando. Ni siquiera lo imaginaba. Desde que había llegado nunca lo había visto.
Aragorn se dirigió al campo con la mirada de Gimli clavada en la nuca.
-Después pelearé contigo Gimli- le dijo Aldariel sonriendo.
-Si es que te quedan fuerzas... no vas a pelear con un soldado común y corriente...
Pero a Aldariel esto no le importaba, se inclinó hacia su oponente saludándolo y desenvainó su espada. A la orden de Fhilamir comenzó a atacar al desconocido. Sus ataques eran detenidos sin dificultad alguna. Hasta ahora siempre había podido ganar los combates de práctica, incluso el primero que había tenido, pero este sujeto era diferente, era demasiado poderoso para ella. No podía desarmarlo ni sus ataques tenían efecto en él. En verdad se sentía como una niña indefensa peleando contra él.
Legolas y Gimli tenían los ojos brillosos por la emoción al ver semejante combate, nunca habían visto a alguien atacar así a Aragorn, de frente y sin inmutarse ante su amedrentadora personalidad guerrera. Aldariel parecía no temerle a nada ni a nadie.
Aragorn estaba asombrado, lo que le había dicho Fhilamir era cierto, solo seis días de práctica y manejaba la espada como si lo hubiera hecho por años. Aún así todavía le faltaba mucho, y con un solo movimiento de Aragorn la espada de Aldariel voló por los aires y brilló con los rayos del sol antes de caer al suelo.
Ella se sintió dolida ante su primera derrota, pero estaba agradecida con el extraño por el mejor combate que había tenido desde su llegada.

Grande fue su sorpresa cuando esa noche a la cabecera de la mesa y donde debía estar el Rey vio allí a su poderoso oponente.
Aldariel no estaba con ánimos de ir a la fiesta que se celebraba esa noche para darles la bienvenida a Legolas y Gimli, pensaba que no era tiempo para fiestas pero Fhilamir le dijo:
-Disfrútala, porque quizás sea la última que tengamos.
Aldariel entendió sus palabras y decidió ir. Cuando estaba por entrar al salón del castillo donde se encontraban los agasajados, una mujer la detuvo.
-¿Y tú quién eres?
-Soy Aldariel, invitada de Fhilamir.
-Ah! Pero no puedes ir así vestida...- Aldariel tenía puesto su vestido color verde, pero ya estaba bastante maltratado después de su extenso viaje y el entrenamiento- Ven por aquí...
Aldariel no pudo pronunciar palabra porque la mujer la tomó del brazo y la arrastró por las escaleras hasta que llegaron a una de las torres del castillo. Su cabello era de color negro, y lacio como el mismo cabello de Aldariel pero era ligeramente más corto que el de ella. Sus ojos eran grandes y de un profundo color azul. Su nombre era Ëarwen y llevaba puesto un largo vestido de seda de color blanco. Una hermosa tiara de brillantes adornaba su cabeza.
-Ese vestido te queda muy bien, era de mi madre ¿sabes?
-Gracias- le dijo Aldariel mientras se miraba al espejo con el hermoso atuendo color celeste que Ëarwen le había prestado.
-No tienes por qué agradecerme- dijo mientras le colocaba un collar con una gran gema verde- Combina con tus ojos.
Las dos damas se dirigieron hacia el salón, cuando ambas entraron el Rey se sorprendió muchísimo pero nadie supo por qué había sido. Ëarwen se sentó a la derecha del Rey y Aldariel se dirigió hacia donde estaba Fhilamir, allí había un asiento desocupado. Todos se habían volteado a ver la entrada de las hermosas doncellas pero luego el banquete continuó.
-¿Por qué no me dijiste que era el Rey?- le dijo Aldariel a Fhilamir y en voz baja para que nadie la oyera.
-¿Por qué debería haberlo hecho?
-Fui una irrespetuosa hoy en el entrenamiento, y tú eres el culpable.
-No has sido irrespetuosa en absoluto. ¿Has estado con la dama Ëarwen?
-Sí, fue muy amable conmigo, ella se encargó de que estuviera presentable. Yo iba a venir con mi vestido de siempre, pero ella insistió.
-Ha estado bien, ese vestido es perfecto para ti.
-Harás que me sonroje Fhilamir... Ella debe ser la hija del Rey ¿no es así?
-Sí, es su segunda hija.

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