El Fin de la Tierra Media: Capítulo 1: "En busca de las Quebradas Blancas"
Holitas! Hace mucho que no posteo, lamentablemente el trabajo me quitó todo el tiempo libre que tenía T_T Pero por suerte hoy pude subir el segundo capítulo de la historia que más quiero hasta ahora de las que hice. ¿Habrá alguien leyéndola? Salemcito estás ahí? ^_^
CAPITULO 1
“En busca de las Quebradas Blancas”
Ese día amaneció muy nublado, y el sol no salió, habían pasado varios días desde que Aldariel se había despedido de Faragond y Galinor, y gracias a Crosswind ya había recorrido más de la mitad del camino. Hacía dos días había dejado atrás el paso de Tharbad, allí había llenado su cantimplora con agua del río Aguada Gris y fue muy provechoso haber llegado en ese momento porque sus reservas escaseaban. No había encontrado a nadie más en el solitario camino, ni orcos, ni bestias, ni animales, el camino estaba tan desolado que Aldariel se sentía muy triste, estaba tan acostumbrada a ver árboles en el bosque de Farngorn que un camino así la hacía sentir nostálgica y con ganas de regresar a su tierra. Pero cuando se sentía de esa manera recordaba las palabras de su padre Bárbol: “Al norte se encuentra la Comarca, el lugar donde habitan los Medianos, es un lugar muy bonito según me contaron ellos y si pasas por allí seguro te recibirán con honores”
Aldariel tenía pensado cabalgar hasta la Comarca y descansar allí un par de días, también tenía en mente preguntar a los hobbits si tenían alguna pista de donde podían hallarse los Dúnadan. Desde allí el viaje sería mucho más corto hacia el norte y si llegaba a la Comarca su viaje estaría casi concluido. Pero desde donde se encontraba no veía nada verde, ni siquiera el río Baranduin, según lo que su padre le había dicho debía seguir el camino del Norte-Sur hasta llegar al río y cruzándolo ya estaría en los límites australes de la Comarca. Aldariel no se dejó abatir, sabía que no debía faltarle mucho camino así que cabalgó durante toda la noche descansando en intervalos cortos de media hora.
-Estás cansado, ¿no es verdad amigo Crosswind? Te pido que me perdones, cuando lleguemos a la Comarca descansaremos algunos días- le dijo acariciando su blanca crin. Crosswind parecía cansado, pero con ganas de continuar el viaje.
Las nubes se disiparon durante la noche, por un suave viento que las arrastró hacia el este, la mañana nacía con un sol radiante lleno de esperanza. Aldariel se detuvo un momento para descansar y le pareció ver a lo lejos un reflejo. Miró con atención y luego dijo:
-Crosswind hemos llegado al Vado de Sarn, y aquel reflejo debe ser el río Baranduin! Cerca del mediodía habremos llegado a la Comarca- una sonrisa se dibujó en su rostro y Crosswind al escucharla relinchó alegremente.
El viaje se hizo mucho más corto de lo esperado y antes del mediodía ya habían llegado al río, el paisaje ya no se mostraba desolado sino con mucha vegetación y muchos árboles de diferentes tamaños, formas y distintos tonos de verde.
-¡Alto ahí! Nadie cruza el río sin mi permiso- le dijo un diminuto hombrecito. Sus cabellos ondulados y despeinados enseguida hicieron que Aldariel se diera cuenta que se trataba de un hobbit.
Aldariel bajó de la grupa de Crosswind, el hobbit apenas le llegaba a la cintura.
-Disculpe señor Mediano, soy una viajera, y necesito descansar, me dijeron que en la Comarca podían darme hospedaje.
-No en estos días bella dama.
-Por favor, he hecho un largo camino hasta aquí, vengo del bosque de Farngorn.
-Eso está muy lejos- dijo, aunque en realidad no tenía ni idea de donde quedaba ese lugar- ya le dije que no, es imposible, nadie puede pasar.
-Pero voy hacia el Norte y sino voy por aquí ¿qué camino podría tomar?- dijo preocupada.
-Puede retroceder hasta el cruce con el Camino Verde y dirigirse hasta Bree, aunque no sé si podrá pasar por ese lugar, todos tienen mucho cuidado en estos días, incluso allí...
-¿Qué debo hacer entonces?
-Vuelve por el mismo camino por el que haz llegado.
Aldariel estaba resignada, se sentó cerca del lugar debajo de un abedul acompañada de Crosswind. No esperaba este contratiempo. ¿Qué debía hacer? ¿Tomar el Camino Verde? ¿Regresar? Estaba ensimismada en sus pensamientos hasta que escuchó un grito de socorro.
-Ayudenme!!! Auxilio!!
Aldariel se levantó al instante, miró a derecha e izquierda y vio a una mujer hobbit a la orilla del río, varios hobbits se agruparon junto a ella. Aldariel corrió hacia allí.
-¿Que ocurre?- preguntó un hobbit anciano.
-Mi niño... mi niño cayó al río!- lloraba la mujer desconsoladamente.
-No se preocupe señora, yo lo traeré- dijo Aldariel y al instante se arrojó al río sin siquiera pensarlo.
Nadó hasta donde se encontraba el niño, lo tomó en sus brazos y se dirigió hasta la orilla. Allí se lo entregó a su madre quien lo abrazó llorando profundamente conmovida.
-Muchas gracias señorita.
-Fue una suerte que estuviera hoy aquí, ninguno de nosotros sabe nadar y si no hubiera rescatado al niño seguramente él habría muerto- dijo el hobbit anciano.
-Entonces me alegro de esa fortuna- le dijo- ¿estás bien?- le preguntó al niño sonriendo amablemente.
-Él solo está asustado, pero se repondrá- contestó su madre- Te ves cansada y estás toda mojada, ¿porque no vienes a casa y te das un baño de agua caliente?
-Gracias señora, me encantaría.
Entonces caminaron hasta una casita debajo de una pequeña colina, era una de las pocas casas que había antes de cruzar el río. Aldariel se sorprendió porque la casa se hallaba inserta en la pequeña elevación, sus ventanas y puertas eran redondas y el techo era tan bajo que casi rozaba su cabeza. El hogar era cálido y acogedor. En él vivían la señora, su pequeño hijito y una niña que tendría apenas dos años más que él.
-Bienvenida- le dijo la niña alegremente.
-Gracias- le dijo y le sonrió.
-Pocas veces vemos gente grande por aquí...
-¿Gente grande?
-Así llamamos los hobbits a los hombres, discúlpala por llamarte así- dijo su madre.
-No se preocupe, me gusta... gente grande- repitió riéndose alegremente- mi nombre es Aldariel, es un placer conocerte.
Aldariel tomó un largo baño caliente y sintió como su cuerpo comenzaba a recuperarse del largo viaje. Mientras duró el baño pensó en todo el camino que había recorrido y aún no lograba explicarse como había hecho para llegar hasta allí y casi sin inconvenientes en el trayecto. A la mesa les contó a los hobbits lo que había pasado desde que dejó el bosque de Farngorn mientras ellos la escuchaban atentamente y sin pestañear. Ese día descansó más que cualquier otro durante el viaje, durmió en una cama cómoda y suave y a la mañana al levantarse le sirvieron un suculento desayuno hobbit.
-Muchas gracias por su hospitalidad- agradeció subiendo a la montura de Crosswind- fueron muy amables conmigo.
-¿Debes partir tan pronto?- le preguntó la niña tristemente, el niño estaba casi por ponerse a llorar.
-Así es, pero no se pongan tristes, algún día volveré.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo- les dijo sonriendo dulcemente- Vamos amigo- le dijo a Crosswind quien se dirigió al paso del río donde estaba el hobbit guardián que el día anterior no la había dejado pasar.
-Debido a las circunstancias me veo en la obligación de dejarte pasar- dijo tratando de parecer serio.
-Muchas gracias señor hobbit.
-Me dijeron que estás buscando a los montaraces ¿no es así?
-Así es, veo que aquí las noticias corren muy rápido.
-Toma- dijo entregándole un sobre- es una carta para que no tengas problemas más adelante, si alguien te detiene entrégasela y te dejarán pasar. Si quieres saber sobre los montaraces puedes preguntar en la casa del señor Samsagaz Gamyi, él quizás pueda darte información sobre ellos. Tienes que seguir el camino hasta ver las Quebradas Blancas, luego vira a la derecha y llegarás a Hobbiton, allí pregunta por Bolsón Cerrado, Samsagaz vive allí.
-No tengo palabras para agradecerle.
-No es nada si lo comparamos con lo que tu hiciste por nosotros, que tengas mucha suerte.
Aldariel se alejó cabalgando rápidamente por el camino que hacía una leve curva hacia la izquierda. Cabalgaron por tres horas seguidas hasta que vio una columna de humo que se elevaba a lo lejos. Decidió disminuir la velocidad y continuar con precaución. Ya se acercaba la noche con su negro manto cuando llegó a un campamento a varios metros del camino. Había hombres allí pero Aldariel decidió que detenerse no era lo mejor. Continuó su camino sin interrupción por cuatro horas más. Las estrellas ya habían iluminado el oscuro cielo y bajo ellas se quedó dormida mientras Crosswind vigilaba el camino.
La luz del sol la despertó al día siguiente, el amanecer era tan hermoso como el del día anterior. Antes de continuar tomó parte de las provisiones que le habían regalado los hobbits donde se había hospedado la noche anterior. Crosswind se hallaba a unos pasos y Aldariel lo llamó para darle agua. Luego del breve desayuno continuaron la marcha.
Pasado el mediodía a lo lejos se vislumbraron por primera vez las colinas lejanas. Al anochecer habrían llegado junto a las Quebradas Blancas y estarían a poco camino de Hobbiton. Las Quebradas se veían cada vez más cerca hasta que Aldariel vio que el camino viraba a la derecha. Allí se encontraba un hobbit vestido con atuendos no muy parecidos a los que había visto vestir a los hobbits del límite sur. De hecho, eran muy diferentes y llevaba una espada en su cintura. Y no solo eso, este hobbit parecía bastante más alto que los que había visto más al sur.
El hobbit miró asombrado a la muchacha vestida de verde que se acercaba por el camino, al instante pensó que se trataba de un elfo, pero cuando se acercó más notó que pertenecía a la raza de los hombres. Venía en un hermoso caballo blanco que parecía de plata a la luz de la luna.
-Buenas noches hermosa dama.
-Buenas noches señor hobbit.
-Me pregunto que hace alguien como tú llegando por el camino del Norte-Sur.
-Es una larga historia, me gustaría hospedarme en La Comarca por un corto tiempo sino es molestia para ustedes.
-Depende de quien seas...
-Me llamo Aldariel, y esta carta me la dio un hobbit del sur.
El hobbit que vestía extraño leyó la carta con atención.
-Veo que no he sido nada amable contigo, pero en estos tiempos es mejor dudar.
-No se preocupe por mí, lo sé.
-Mi nombre es Meriadoc Brandigamo, pero puedes llamarme Merry.
-¡Señor Merry! Es un gusto conocerlo, mi padre me habló mucho de usted.
Merry se quedó asombrado por el comentario.
-¿Tu padre? ¿y quién es tu padre?
-Bárbol, en el bosque de Farngorn- dijo Aldariel sonriéndole alegremente.
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